BARBARA DICE, libro de poemas de Susana Szwarc

TEXTO DE PRESENTACIÓN


Bárbara dice:
Susana Szwarc
21 de julio de 2004
CENTRO DE LA COOPERACION

Desde el título, bárbara, alusión a una lengua con el pretexto de que tal vez incomprensible, avance desde alguna otra frontera, otro vitalismo.
Bárbara dice: ¿también la posible voz de un personaje, el pie para una novela familiar con datos empañados? De la provincia a la ciudad, con el peso de una historia, de la Historia. Como una puntuación, una insistencia. Quebrar con lo terrible como en un fotomontaje es un modo en Szwarc:

En Bailen las Estepas, esta distorsión, cito:

Alguien arroja un huevo
Crudo (podría ser también por agua),
Hacia la zona de montañas, altísima,
Justo en el lugar de las nieves eternas.

Ese gesto es tan trivial, tan cruel (casi)
Como el gesto del asesino que arroja
Cuerpos
Al océano […] (Bailen las estepas).

Mi padre otra vez me acaricia la cabeza,
Y me dice al oído que la vida
Es más bella, siempre, que la historia. (Bailen las estepas, p.89)

Esa memoria acompaña desde la biblioteca
De los hornos.
Apuntamos
Con la linterna. El renglón marca:
Que los hijos vivan del lado de la dicha. (Bailen las estepas, p.91)

El cielo del pueblo es azul como
El mar de la pantalla. Les digo
Que Bujara y Siberia
Y los campos que concentran me arman
Una topología del alma (p.25, Bailen las estepas)

También en este libro que hoy se presenta, en sus cuatro partes:

Uno es al Padre, campos, concentran. La salvedad. Hecha. Y Eva que otra vez muerde la fruta, aunque ofenda.

Pero, sin embargo, no obstante:

El tiempo, como el viento, no se detiene (nunca).
Sin embargo, una inmovilidad siniestra toca
Las cosas. (p.28)

Ah, pero el tiempo no se queda quieto. Sopla (p.73, Bailen las estepas)


Dos, la parte más extensa, la “novelita”: la colonia penitenciaria de Kafka: el olor a escuela pública como el de bares nocturnos, el lugar del cabaret, donde todo se sabe, los nombres como de rubias de New York: Bárbara, también la de Prevert, Sheila, Luva, Mara, Patricia, prostituta como aquella que al gigante Eukidu preparó para que llegara a la ciudad y luchara con Gilgamesh. Gacelas del Emperador. Y el cónsul de Bajo el volcán. ENGAU: NI SI NI NO. El redondel de tiza del compás: como el círculo del charco en Trenzas.

Tres. Carne Viva. 1, 2, 3, una progresión del aceite caliente, al agua, a la lluvia. Para partir.

Cuatro. Crisantemo. Sólo un poema y
Quiero leerlo completo

Adicciones

La noche – toda – en el crisantemo
Sobre cada pétalo
(hilos)
duerme una Bárbara.
Se han acomodado: luciérnagas
Ahí.
(¿Si el ojo – intenso – se acercara?)
Con el beso, prenden.
Frágiles, en el movimiento hueco
Se desprenden de sí, de mí:
Codo, nuca, tobillo, ala.

Acrobacia sin red
(bipolar)
y la cabeza – de crisantemo –
flotante.

Como el golpe de dados de Mallarmé, como el mar en los versos de Valery. Poema circular que gira semánticamente en torno de sí mismo.

La novela familiar centrípeta y centrífuga, aspirada por la adicción de la escritura.

Según las tradiciones referidas a los inmortales, en ciertas ocasiones poco frecuentes, el crisantemo produce una semilla de color rojo que posee propiedades milagrosas. Dicen que una joven de 16 años comió una y “de repente se alejó volando, llevada por el viento”. Después de un rato “desapareció en el firmamento de color azul. Primero desapareció su cabeza y al final desaparecieron sus pies.”

Y hago esta escansión con los títulos de S. “EL ARTISTA DEL SUEÑO/ EN LO SEPARADO/ TRENZAS BAILEN/ LAS ESTEPAS”

BARBARA DICE/

Leo rápida y aturdidamente, yo también en una fuga de sonidos:”acrobacia sin red”
BARBARA DICE (bis, bis)…… BERENICE (bis, bis)…. Llego a las trenzas, esas que la reina egipcia colgó como ofrenda a Venus Afrodita, y que volaron al cielo formando una constelación en forma de coma.

Entonces vuelve esa escena que coagulaba como una clave en Trenzas:

“Regresó al charco.
Seguía lloviendo. Pero como estaba completamente empapada pensó que no tenía motivos para ocultarse de la lluvia. Y se instaló en el mismo lugar, o sea, en el medio del charco.
El charco crecía. Con cada chaparrón los bordes se alejaban del centro.
Algo se había entrelazado en los pies de la mujer y ella, que ya no creía tener capacidad de miedo, tembló. Porque recordó que en ese lugar abundaban las víboras.
Esperó ser atacada. Se imaginó tendida eternamente en el charco que crecía.
Y crecía.
Esperó. Pero la muerte no llegaba. Entonces decidió descubrir qué había entre sus pies.
Se agachó mientras el agua la cubría. Hurgó entre sus pies y encontró dos largas trenzas de niña. Como no supo si reír o llorar, hizo una mueca.

Pero antes, en el mismo libro, el comienzo en la tradición de Horacio Quiroga, como en “otro cuento de la selva”:

“Un bosque enmarañado allá y acá. Tuvo que haber pasado pisado algo entre la maleza, entre el bosque enmarañado, algo entre los ruidos y el aturdimiento y el barullo del macagua, algo entre las matas espesas a pesar de lo impenetrable, algo entre el silencio y el murmullo de los guaicurúes, algo entre la aspereza de los tallos, de las hojas vellosas, de las flores moradas en racimo.”

Y Susana Szwarc pisa: en ese espacio que es el Chaco, la selva de América… las estepas de Polonia, los campos de escarcha, y se vuelve desafiante con imágenes que de ser filmadas provocarían terror, en una sucesión de fotomontajes con perspectivas dignas de una sala de espejos deformantes: la materia de un huevo chorreando por una montaña, dos que juegan (Trenzas) a la luz oscilante de una lámpara de 25W a un crucigrama y gritan que Holocausto es una bonita palabra por su diptongo. Eso que Susana se atreve a pisar, después de tomar decisiones visuales en un territorio que es todos los mapas, con un giro dadá, amparado por el cabaret excéntrico, es un nuevo suelo donde instilar con un síncopa las sentencias de Adorno, de Primo Levi, de Celan, con una pequeña muesca que es coma, que es ofrenda hecha con palabras.

21 de julio 2004
Amalia Sato

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